sábado, 8 de junio de 2013

Nunca las temí, tal vez porque las soñaba pálidas y hermosas, pendientes como nosotros de historias sucedidas en aldeas sin nombre, aguardando el instante oportuno para dejarse oír, para susurrarnos sin palabras:  "Estamos aquí, como cada noche". O bien, refugiarse en el silencio denso que anunciaba: "Todo lo que estáis escuchando es cierto. Trágica, dolorosa, dulcemente cierto". Podía ocurrir en cualquier momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario