Esos corazones ya saben amargo, lo sabían desde el primer momento. Esa caja de dulces era la clave en aquel momento para volver a recordar que fue mucho tiempo perdido, muchas lágrimas derramas, muchos amigos perdidos, y otros que no pudieron aparecer antes por manipulación.
La verdad es que no creía que me manipulara, al fin y al cabo siempre he decidido yo lo que quería, pero tal vez inconscientemente sabía como hacerme sentir mal.
Punto débil.
Seguiré contenta, con la vida mejor que llevo ahora que ya no te encuentro en los pasillos, en las calles. Ahora que no tengo que ver tu cara, tu mirada, tu boca con tu risa medio torcida que guarda tantas mentiras, defectos, tristezas, y rencores. Yo sí que lo sé. Sí. Eres aquel niño que no ha tenido la infancia deseada, mucho peor de lo que nos podamos imaginar. Aquella infancia llena de celosía, de gritos, de insultos, de substancias malas, de maltrato psicológico y, en algún caso, físico . De todos aquellos defectos de todas las personas de tu alrededor que al fin al llegado a ti y te han construido como persona.
No mereces un gracias. Para decir verdad no mereces nada. Nada de lo que tienes, y aún menos tener de lo que careces. ¿Sabes? Estoy tranquila. Mucho. Porque estoy viendo como aquél árbol está dando todos los frutos que esperaba, estás recibiendo a poco a poco, consciente o no, todo aquel dolor a las personas que se lo hiciste.
A mi. Oh. No lo entiendo. No sabes lo tonto que has sido, lo que has perdido. Y te lo repito una vez más, no vas a encontrar a otra persona mejor. Te lo aseguro. Eres todo aquel conjunto de características de las personas que nadie querrá.
¡Ei! Mira, ya han caído todas las hojas del árbol...
Y que sepas que ya no lo hago con asco, si no con pena, que es aún peor.
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