Me gustaban demasiado sus besos en la mejilla, sus abrazos inesperados, sus "te quiero muy poco", sus mentiras, sus verdades, sus secretos y sus camisas. Me gustaba todo de él, y aún no lo había reconocido. Pero lo evidente salta a la vista ante todos, y aunque él aparente lo contrario, yo también le gustaba. O tal vez no, pero estoy harta de no ilusionarme. Quiero vivir, quiero no preocuparme del que pensaran o si estoy haciendo bien o mal en creerme todo lo que sale de su boca.
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