martes, 11 de diciembre de 2012

-Por cierto, me llamo Massimiliano.
-Hola... Carolina.
Y nos damos la mano y nos miramos a los ojos durante un rato.  
Después me dedica una sonrisa preciosa.
-Me gustaría volver a verte.
Y yo querría decir que a mí también..., sólo que no puedo. Me siento muy torpe.
-Sí, claro -me limito a decir.
¿Os dais cuenta? "Sí, claro"...¡¿Qué quiere decir eso?! Dios mío, cuando Clod y Alis se enteren. Y después me da su número de teléfono. Pero lo hace de forma extraña, lo escribe en el cristal del escaparate de una tienda con un rotulador. Mientras nos reímos, yo lo copio en mi móvil.
-Apúntate también el mío.
Massimiliano me sonríe.
-No. No quiero molestarte. No quiero que me des el tuyo..., te llamaría a todas horas. Búscame tú cuando tengas ganas de reírte como esta tarde.
Y se marcha así, dándome la espalda. Tras alejarse un poco, sube a una moto. Se vuelve por última vez y esboza esa maravillosa sonrisa.

Carolina se enamora. Federico Moccia.


La verdad, este libro lo empecé a leer y lo deje de banda. Ahora que lo vuelvo a coger no puedo parar de leer en cada minuto libre que tengo. Lo cierto es que miento un poco, lo primero que me ha encantado es ese nombre: Massimiliano. ¿A que no podía ser más perfecto, más ideal para mi? Claro que no.

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