martes, 25 de diciembre de 2012

¿Sabes que es lo mejor de todo? Que siempre estuvo allí en el peor momento, en el instante preciso cuando estuve a punto de caer. Y también estuvo cuando me tenía que levantar. Sabía como hacerlo, es cierto. Siempre hacía levantarte con una sonrisa de oreja a oreja, una sonrisa tan grande que todos se preguntarían al verte como podría provocarte tanta felicidad levantarte después del hostión que te habías dado. 
Me encanta esto. Me encanta como me siento contigo. Es como si nunca creciéramos, como si el tiempo estuviera detenido en el momento que nos encontramos, en el momento que nos reímos. Tan infinitas las risas como las miradas de complicidad. Son tantos los peores momentos que ya se me habían olvidado todos los años de buenos recuerdos. Es tanto el tiempo que quería que pasara que no recordaba que todo seguía igual. Sí... ¡Eso es lo mejor! Que pase el tiempo que pase, siempre estaremos como siempre, como si el tiempo se hubiera detenido en el momento que dejábamos de vernos. Solo cambia que ahora tienes el pelo más largo, incluso más moreno. Que tus ojos cada vez son más negros y eso, aunque parezca mentira, me encanta. Que tu sonrisa ahora es aún más grande y que tus pocas pecas de la cara son un poco más pequeñas. Aunque no me creas, ya sabes que yo veo un poco mal. Que siempre me sacarás de quicio en invierno con las pocas capas de abrigo que te pones, y que esos pocos textos que me das en el momento justo son lo que me hacen recordar porque sigues siendo lo que sigues siendo. 
Por eso me alegro tanto de haberte conocido. Eres tan grande... Casi como el sol, lo que pasa es que tú brillas aún más, pequeña. Infinitas veces mucho más.




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