sábado, 22 de diciembre de 2012

Te odio. Sí, ahora lo puedo decir totalmente convencida. Te odio por hacerme creer en los finales felices, en las sonrisas infinitas, en los amigos hasta la muerte. En creer que van hasta el infinito y más allá, que estarán en los peores momentos, que vendrán a por ti, que tendríais un lugar especial donde os podrías encontrar siempre. Que las discusiones perdurarían no más de un día, que cada día te sacarían una sonrisa. ¿Sabes? No te quiero en mi vida, pero entraste tan rápido que no me dio tiempo a cerrar con llave la puerta. Y diría que no te culpo, pero es que tú me hiciste tirar al río esa llave, que ahora busco angustiada por que me estoy ahogando, cada vez sube el agua más rápido en estas cuatro paredes y me estoy quedando sin oxígeno. Enserio, no te haces una idea de lo que es llorar cada noche por alguien que no le afecta nada todo esto. Te odio, joder... Te odio! ¿Como puedes ser así conmigo? No paro de llorar y tu de reír. ¿A caso te alegras de todo lo que está pasando? Yo tenia por entendido que los amigos siempre se apoyarían, que siempre me darías tu hombro. 

Me hiciste creer que ese grupo de música era nuestra vida, era nuestro vínculo. Que las pulseras nos apretaban en las muñecas porque no se querían separar nunca como nuestra amistad. Que los pendientes era una manera de jurar un "friends forever" pero no de manera cursi, con medallas colgadas en nuestros cuellos. Me hiciste creer que estarías aquí siempre, conmigo, a pesar de todo. Y aún te sigo buscando, porque me encuentro perdida sin ti. Me hiciste creer que no hacían falta otras personas para llenar mi vacío, que me darías todo lo que estaba en tu mano, que los amigos del pasado no me darían todo lo que tu me diste. Y ahora me pregunto solo una cosa, ¿que ganabas tu con esto? ¿El éxito de sentir el dolor más profundo de alguien? ¿El hacer añicos un corazón que te lo confió todo? ¿El sentir que alguien de verdad sí dependía de ti? Dime, dime porque coño quisiste entrar en mi vida y hacerme sentir así ahora. Que puta mierda ganabas. 

Porque no me mientas, tu nunca has querido un "para siempre" conmigo. Y tú sabias que yo no quería falsas amistades. Que tu eras la primera que me decía que esa niña rica que venía de una mafia no la soportabas y ahora dices que la echas de menos, que tu antigua amiga hacía mucho que no la querías, que ya no la tratabas como lo que era, una "mejor amiga", que era una persona como las demás, sin más. ¿De mi también hablabas así? Dime, quiero saberlo. 

Ahora ya lo tengo claro que no te voy a esperar. Y sé que no te preocupas, pero ya se me pasará esta puta adicción, ya se me pasará este puto dolor. Mientras tanto sigue igual.
Y, si por si acaso vuelves, cuando tu ya tengas tiempo, porque ante todo están las fiestas, el alcohol, y los conciertos, te diré todo lo que pienso de ti, todo el daño que ni te imaginas has echo. Porque yo no imaginaba el día que dijera las palabras de ayer, me salían tantas lágrimas que no podía parar. Y parece, y seguro que así es, que no me tomabas enserio, que te daba un poco igual todo. Pero, ¿sabes? Sé que vendrás. Cuando acaben estos bonitos días y empieces a estar sola en tu casa, sin nadie con quien reír, empezarás a darte cuenta de que esto está pasando de verdad. Vendrás pidiendo perdón como siempre, pero yo no seré la misma ilusa que diga otra vez "no me fallaste", porque está claro que desde hace mucho tiempo... lo hiciste.


No todos los tesoros son de oro y plata, tienen razón. Yo de momento no he perdido ninguno, tu sí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario