Ella estaba harta de escuchar eso de
que el amor no se buscaba, sino que se encontraba. No, no y no. Ella ya lo
había encontrado. Era él. Joder, es él.
Se lo había encontrado en el sitio que menos esperaba, en el local que nunca pensó
que estaría. ¿Acaso eso no era el destino? No le hizo falta ni un segundo para
responderse a ella misma.
Estaba allí, sentada comiendo en ese restaurante, cuando de repente tuvo el
impulso de girarse, no me preguntéis por qué. Y allí estaba él, con su familia en
otra mesa, comiendo.
¿A ella? Se le iluminó la cara de seguida. ¿A él? Creo que también.
Por dios, que lo esta viendo después de tanto tiempo, y tan cerca. Tanto, que
podía escuchar su voz, esa que muy pocas veces pudo… Sus tonterías, no paraba
de reírse. La verdad es que cualquiera que lo viera le gustaría ser su amigo, o
al menos conocido. Daban ganas de sonreír aunque no tuvieras ganas. Y ella no
las tenía, deseaba tocarle, hablarle, que la mirara a los ojos solo una vez.
Con eso se conformaba.
Y no voy a mentir y voy a decir que lo miró muy poco, le dio un Sr. Repaso con
tal de que él se diera cuenta y viniera a hablarle al menos un minuto, con eso
a ella le bastaba para poder sincerarse de una puta vez, porque no podía más.
No podía soportar un día más pensando en él y no verle, ver esas fotos con una
chica la cual no le correspondía. Ya no podía pasar una noche más llorando en
secreto. No podía, sus mejillas ya no le podían dar más consuelo.
Y vino. Ella estaba detrás de todo aquel gentío, apoyada en la esquina de una
pared, esperándole, viéndole venir, sonriendo como hacía tanto tiempo no se la veía. No sé que le dijo, la verdad. Pero algo bueno fue seguro, porque la cara
de esa chica nada más pronunciar él una palabra, fue de película.
Pero más de película fue el beso que se fundió entre ellos dos después de cinco
palabras pronuncias por él. Aquellas que ella hacía tanto tiempo esperaba
escuchar de él:
-Te he echado de menos.
No puedo más, mi cabeza va a estallar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario