Su andar lo volvía loco, y ella lo sabía. Ese par de
caderas moviéndose por la calle eran la envidia de toda chica que se la cruzara
y chico que no la poseía. Pero ella no quería nada con él, o al menos eso
decía. Le habían hecho ya demasiado daño como para volver a intentar algo con
algún que otro cabrón, esta vez muy guapo. Y aunque no lo quisiera
reconocer, ella también estaba muerta a sus
pies.
Él no era como los demás, buscaba a alguien que lo
quisiera. Estaba harto de escuchar eso de que todo chico guapo solo era de
rolletes por el simple echo de tener el físico perfecto: ojos azules, pelo
castaño casi rubio, cuerpo perfecto, sonrisa perfecta… Pero él no se rendía,
quería conquistarla fuese como fuese, pero ya no le quedaban ocasiones… Ella
había rehecho su vida, como él un día la rehízo con otra persona, y tal vez no
tenía razones para ponerse celoso y decepcionarse con ella,
porque ella no lo hizo. Ella aguantó verle por la calle agarrado a otra chica, besando a alguien por quien no sentía nada. Y ella estuvo callada, solo mandaba
indirectas con que sabía que él ya había pasado página, aunque no era así. Solo intentaba buscar a alguien que le
substituyera, porque sabía que no la iba a conseguir nunca.
Pero él no podía, no podía aguantarlo.
Ahora era cuando entendía que le jodía más que nada verla con otro chico. Ahora
la comprende… Aunque ya es tarde, y tal vez él no tuvo que rehacer su vida
sentimental tan rápido, porque ella aún le quería. Pero ya no es tiempo de lamentaciones,
y supongo que también no es tiempo de pensar que no pasó pero pudo ser: pero es inevitable.
Donde vamos tan deprisa
me pregunta su sonrisa
Si tu quieres, tengo un plan:
contaminar.
Salga que salga el sol
por donde salga el sol
Que no me da
Y llegar hasta tu corazón
Salga que salga el sol
Por donde salga el sol
Si te vas
Me quedo en esta calle sin
salida
Que este bar está cansado ya de
despedidas
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