sábado, 25 de agosto de 2012

Levantarme y que él se hiciera a la idea para qué cojones me levantaba


Sabia que este día sería diferente, que algo había cambiado. Y cuando lo vi de lejos lo entendí, sabía por qué pensé eso. Y es que desde lejos notaba su mirada, la búsqueda de la mía desde hace más de cuatro meses. Porque decidí mirarle, no esconderme bajo una conversación estúpida, el móvil o un libro de Albert Espinosa. Sabia que era mi único momento desde hace mucho, y puede ser que hasta dentro de mucho. Y decidí ser fría, mirar con una cara sin expresión alguna. Y fue cuando estaba delante de mí, cuando noté que bajó la mirada y, dos segundos después, intentaba mirar sin que nadie se diera cuenta, como hacía los días en que nos encontrábamos antes. Lo sabía, sabía que esta vez no se me iba a pasar. Quería ver sus ojos cruzados con los míos, su pelo alborotado, su media sonrisa forzada, su cuerpo, su ropa… Su todo. 
Y se alejaba, y pensaba en si pudiera parar el tiempo. STOP! Quiero mirarle un rato más, levantarme y que él se hiciera a la idea para qué cojones me levantaba. Que ya había aprendido a que la timidez no me servía de una puta mierda y que ojalá pudiera hacer lo que me apetecía desde hace mucho. Pero se esfumó, en un segundo, zas… Y ya ha acabado.
Hasta la próxima.


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