viernes, 25 de enero de 2013

"Acariciaba el perro por última vez, y yo me preguntaba si él comprendía lo que estaba pasando"

¿Te has preguntado alguna vez por qué los perros viven menos que las personas? Pues bien, aquí la historia de la respuesta que dio un niño de 6 años...

Soy veterinario. Un día fui llamado para examinar a un Sabueso Irlandés de 10 años de edad, llamado Belker. Los dueños del perro, Ron y Lisa, y su pequeño Shane, estaban muy apegados a Belker, y estaban esperando un milagro.

Examiné a Belker y descubrí que padecía de cáncer. Iba a morir. Le dije a los familiares que ya no se podía hacer nada por la vida de Belker y me ofrecí para llevar a cabo el procedimiento de eutanasia en su casa. 
Por otra parte, Ron y Lisa dijeron que sería buena idea que el niño de 6 años, Shane, observara el suceso ya que sintieron que podría aprender algo de la experiencia. 
Al día siguiente, sentí la familiar sensación en mi garganta cuando Belker fue rodeado por la familia. Shane se veía tranquilo. Acariciaba el perro por última vez, y yo me preguntaba si él comprendía lo que estaba pasando.
En unos minutos Belker se quedó dormido pacíficamente para ya no despertar. El pequeño niño pareció aceptar la transición de Belker sin ninguna dificultad o confusión. 
Nos sentamos todos por un momento preguntándonos el por qué de el lamentable hecho de que la vida de las mascotas sea más corta que la de los humanos. Shane, que había estado escuchando atentamente la conversación, dijo:

-Yo sé porqué.
Sorprendidos, todos nos dimos la vuelta y lo miramos. 

Lo que dijo a continuación me maravilló, nunca he escuchado una explicación más reconfortante que ésta. Ese momento cambio mi forma de ver la vida. Él dijo:

- La gente viene al mundo para poder aprender cómo vivir una buena vida, como amar a los demás todo el tiempo y ser buenas personas, ¿verdad? Bueno, como los perros ya saben cómo hacer todo eso, pues no tienen que quedarse por tanto tiempo con nosotros. 
La conclusión que saqué a todo aquello fue esta:
Si un perro fuera nuestro maestro aprenderíamos cosas como:
·Cuando tus seres queridos llegan a casa, siempre corre a saludarlos.
·Nunca dejes pasar una oportunidad para ir a pasear.
·Deja que la experiencia del aire fresco y del viento en tu cara sea de puro éxtasis
·Toma siestas.
·Estírate antes de levantarte.
·Corre, brinca y juega a diario.
·Mejora tu atención y deja que la gente te toque.
·Evita morder cuando un simple gruñido sería suficiente.
·En días cálidos, recuéstate sobre tu espalda en el pasto, patas abiertas.
·Cuando haga mucho calor, toma mucha agua y recuéstate bajo la sombra de un árbol.
·Cuando estés feliz, baila alrededor y mueve todo tu cuerpo.
· Deléitate en la alegría simple de una larga caminata.
·Sé leal.
·Nunca pretendas ser algo que no eres.
·Si lo que quieres está enterrado, escarba hasta que lo encuentres.
·Cuando alguien tenga un mal día, quédate en silencio, siéntate cerca y suavemente hazles sentir que estás ahí.

La felicidad no es una meta, sino un camino... Disfruta mientras lo recorres.




No tengo más que decir, el texto y las imágenes dicen todo lo que siento. Quien tenga un perro, o cualquier animal, me entenderá. Lloré al leer esto.


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